A veces, nos sentimos como animales que no pueden dejar de perseguir aquello que desean. |
Cuando a las mujeres nos deja un hombre podemos perseguirle hasta hartarle. Al principio puede parecer casualidad porque si dos personas han estado juntas, normalmente es porque compartían algo de su vida por lo que es normal que sigan coincidiendo en determinados espacios. Pero llega ya un momento que las casualidades se convierten en causalidades y vamos a comprar al mismo supermercado que es el que más lejos nos queda de todos los que tenemos alrededor, aparcamos el coche al lado de su casa o lo que es peor, volvemos a misa con la única esperanza de que cuando salgas de misa esa persona esté dando un paseo por ese barrio.
Si esto es al contrario, puede dar bastante miedito. Es decir, si sales de la puerta de tu casa y ves a un hombre con el que has estado o al que has dicho que "no" pasando de casualidad por tu calle, te puedes asustar bastante de que te vaya a hacer algo y la situación vaya a ir a mayores. Sin embargo, cuando eres tú parece que da como menos miedo porque tú sabes que no le vas a hacer nada malo y que solo estás ahí porque necesitas desesperadamente ver al otro y si puede ser que tengas la gran suerte que te escuche porque hay algo que le quieres contar, que necesitas compartir con él, pues mejor.
Pueden pasar meses antes de que dejes de buscarle. Un factor clave para que dejes de hacerlo es que se eche otra novia o pareja sexual lo que, a veces, no suele ser complicado. Esto puede hacer que dejes de perseguirlo pero solo por el dolor que te produce verle con la otra. No porque no quieras seguir hablando y compartiendo tu vida con él porque en realidad en tu mente sigues queriendo contarle un montón de historias de tu día a día.
Cada vez que le persigues se producen dos efectos inmediatos. Te sientes decepcionada porque te das cuenta que es patético que persigas a alguien y, por otro, como no le encuentras y no consigues el resultado te sientes ansiosa por cómo conseguir verle. Además, hay un tercero más a largo plazo que es que tardas más tiempo en olvidarle porque cada vez que vas a buscarlo lo mantienes en tu mente como si esa persona perteneciese a tu presente.
Desde mi punto de vista, es casi inevitable pasar por esta fase para algunas mujeres. Es un paso para la superación del sufrimiento y la aceptación del fin de la relación. Este período es difícil porque es complicado aceptar la ruptura y que esa persona no va a volver. Yo recomiendo que cada persona cometa la "locura" que necesite para poder superarlo, siempre y cuando no sobrepase los límites de la policía.
Y para nada creo que esto sea una pérdida de la dignidad. Odio este concepto. Para mí, son estrategias psicológicas que usamos para afrontar algo que nos duele demasiado para afrontarlo de golpe. En este contexto no hay pérdidas de la dignidad que valgan. Solo rupturas mal procesadas o demasiado sorprendentes para entenderlas. Las personas que persiguen siguen teniendo la misma dignidad que tenían antes de empezar una relación que creían que les iba a llevar a un camino más largo en su vida.
2 comentarios
Yo fui la que en su momento dejó y me lo encontraba en todos lados. Miedito no me daba, porque lo conocía bien y entendía lo que estaba pasando. Es que las rupturas cuando aun quieres sebe ser muy mal trago
ResponderEliminarCreo que nos pasa lo mismo (por lo menos a mi) y si,se hace raro juntarse con esa persona en los mismos sitios... Porqué cuando sois vosotras no parece acoso??? Sigue siendo la misma situación... Para mi ni de lejos lo considero así,lo que pasa es que nos cuesta desprendernos de los hábitos, de los recuerdos y de una rutina en la que eras felíz...
ResponderEliminarGracias por compartir tu experiencia!!!