Antes de poner un negocio los que tienes alrededor te dan consejos. Muchos de estos consejos vienen de la sabiduría popular, no porque ellos tengan experiencia en materia emprendedora. Así que los pones en cuarenta hasta comprobar si son verdad o no. Por ejemplo, "nunca pongas un negocio con un amigo, porque puedes perder el negocio y el amigo" (ya lo he vivido...) y "donde tienes la olla, no metas...." (este aún no, pero no me apetece ponerlo a prueba).
Sin embargo, dos de las dificultades que más sorpresa me han causado son las siguientes, especialmente porque son muy comunes:
La primera tiene que ver con el dinero. Partiendo de otro de los consejos más comunes de la sabiduría popular que es "no fíes", no suelo fiar (aunque he fiado y me he confundido con quien lo he hecho), sin embargo, no hace falta fiar para encontrarte con dificultades para que la gente pague. Simplemente, la gente no paga y hay que recordádselo. "Perdona, llevas ya 5 clases de tu bono de 10 clases. En realidad, se paga al principio de cada bono. Pero bueno como eres una alumna antigua, hemos hecho una excepción y no te lo hemos recordado, pero es que ya llevas 5 clases y como sigas así se te va a acumular con el siguiente". Respuesta de la susodicha "¡ay es verdad! Es que tengo una de deudas en todos los lados...". Diré para justificar este comportamiento que es una joven de 18 años y en cuanto llame a su madre, aparte de morirse de (aparente) vergüenza, sé que va a pagar. Pero no solo es ella con 18 años. Jóvenes, mayores, abuelos que traen a sus nietos, madres y padres...
La segunda es acerca de los profesionales que contratas: estos trabajan cuando ellos quieren y no cuando tú se lo pides. Es decir, "Por favor Alberto, ¿me puedes hacer un escrito para la Gerencia de Urbanismo?". La respuesta de Alberto, "Sí. ¡Claro! Sin ningún problemas. Para mañana mismo lo tienes y si no puedo te lo mando el lunes como muy tarde" Y tú pensando, "¡qué bien! hoy que es jueves si me lo manda el lunes es prontísimo". Luego llega el lunes, el segundo lunes y el tercer lunes y cuando ha pasado el tercer lunes y aún sigues sin tener el escrito, le has mandado correos electrónicos, mensajes y llamadas que, por supuesto, no te ha contestado, se te queda una cara de tonta...
¿Cómo hacer que mis clientes paguen? |
Respecto a este último punto, me acuerdo cuando mi amiga Alejandra, recién licenciada, se preocupaba de si iba a ser lo suficiente profesional o no. Y yo le contesté: "si supieras lo que hay por ahí. Con que entregues el trabajo a tiempo y le pongas interés ¡ya es bastante!". Ella se lo tomó como una crítica social muy exagerada de mi parte. No sé lo qué pensará ahora que ya se ha tenido que ir de dos empresas por el trato que le daban los jefes y jefas.
Así que, nos toca aprender a respirar y saber que el mundo no va a tu ritmo sino al ritmo que cada uno marca.
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