A veces, no nos damos cuenta que no estamos dónde queremos. Que no hacemos lo que nos apetece, que vivimos con el miedo a cambiar la situación y nos mantenemos durante un largo tiempo, más de la cuenta, en ella.
Otras veces sí sabemos que no estamos a gusto. Que no nos gusta lo que hacemos, que podríamos conseguir mucho más. Que si superasemos nuestros miedos, un bello camino sería nuestra vida.
Y cuando la vida cambia o nos la cambian (nos echan del trabajo, rompen con nosotros...) porque al final las situaciones cambian, se hace abruptamente y nos genera más miedo por lo precipitado. Aunque también el alivio de que eso era lo que queríamos.
El cambio es necesario. Es parte de la vida. Imaginemos que cada día, todos los días ocurriera exactamente lo mismo. Una buena película nos hace reflexionar sobre eso.
No nos damos cuenta pero cada día es un cambio. Ningún día es igual que el anterior, aunque estemos comidos por la monotonía.
Pero, ¿qué pasa con esos cambios que deben de ser provocados por nosotros? Los que nos dan más pánico porque si sale bien, es gracias a nuestro esfuerzo e iniciativa pero si sale mal, entonces también seremos los culpables.
Y, sin embargo, a veces pienso que no queremos dar el salto para el cambio, no por tener que enfrentarnos a la culpabilidad de que nos salga mal. Pienso esto porque, en el caso de que saliera mal, creo que en general los humanos tenemos una amplia capacidad de perdón y de ignorar nuestros fallos.
Más bien, creo que la dificultad consiste en que tenemos terror al cambio porque nos da miedo brillar. Sí, brillar. Conseguir lo que queremos, vivir de acuerdo a lo que nos gustaría para nuestras vidas, de acuerdo a lo que nuestro autoconcepto nos dice que debemos de hacer y de ser. Aquello con lo que cada día, al levantarnos diríamos: "Ostras, soy feliz con lo que hago. Me divierte y me encanta. Y además se me da súper bien".
¡Qué miedo a pronunciar estas palabras, verdad!? Porque pronunciar estas palabras significaría que lo hemos conseguido y también que lo podemos perder.
Mejor vivir como estamos, sin cambiar, sin hacer lo que queremos, porque ¿y si luego lo perdemos?
Sin embargo, creo que hay una pregunta anterior que nos impide dar el paso. Una pregunta que casi ni pronunciamos. Y esta es: ¿y qué pasa si brillamos demasiado?
0 comentarios
Gracias por compartir tu experiencia!!!