Una de las mayores causantes de la ansiedad es la exigencia. La exigencia puede venir en dos versiones: la exigencia hacia los demás y la auto-exigencia. Pero realmente son los dos polos de la misma variable. Cuando nos comportamos exigentemente con los demás es porque somos exigentes con nosotros mismos (y al contrario).
Creer que "si todo fuera perfecto, entonces podríamos ser felices" es uno de los mayores sesgos cognitivos con los que valoramos nuestro bienestar-malestar. Es decir, cuando algo no va bien y no nos está saliendo bien pensamos: "si esto fuera bien, yo sería súper feliz". Pero ¿qué pasaría si pudiéramos acceder a una lámpara maravillosa que nos concediera todos nuestros deseos?
La lámpara maravillosa
No lo recuerdo completamente, pero leí no hace mucho un proverbio en el que un ratón asustado le pedía a un genio convertirse en gato para dejar de tener miedo a los gatos. Cuando se convirtió en gato empezó a tener miedo a los perros y entonces le pidió que le convirtiera en perro y así hasta que al final el genio decidió volver a convertirle en ratón porque cada vez que le convertía en otro animal, volvía a tener miedo de un animal nuevo.
A nosotros nos pasa algo similar. Nosotros le pedimos al mundo, a Dios, a la Ley de la Atracción que nos conceda aquello que deseamos porque "razonamos" que cuando nos lo conceda entonces seremos felices y este razonamiento no es cierto. Si consiguiéramos una lámpara maravillosa a la que le pudiésemos pedir la perfección de nuestras vidas, no duraríamos mucho más tiempo contentos que ese animal que cuando se convertía en otro se daba cuenta que siendo un nuevo animal, siempre tendría miedo a un animal mayor que le pudiera dañar.
Si tuviésemos esa casa, ese coche, esas vacaciones, ese sueldo, ese trabajo, esa belleza... probablemente seríamos felices durante el tiempo que tardaríamos en acostumbrarnos a la nueva situación y entonces pediríamos algo mejor. Nuestro criterio de perfección puede ser infinito y el tiempo en qué pasamos disfrutando de lo que hemos conseguido es muy pequeño.
Pero lo mismo pasa con otras cosas que no son materiales y que también nos autoexigimos sin parar: amor, amistad, cariño, etc. Estas últimas exigencias son las peores porque como son exigencias más "loables" pensamos que es bueno y lógico exigir continuamente mejorar en estas áreas.
Ser menos auto-exigentes para ser más felices con los demás
Levantarnos cada mañana y centrarnos en lo que tenemos, concentrarnos en todas las tareas que vamos a hacer ese día, sin valorar si las hacemos perfectamente bien, mal o regular. Simplemente hacerlas, disfrutar durante su realización, intentar divertirnos mientras las hacemos. De repente, si hacemos esto es como si todo empezara a encajar. De repente la vida te regala momentos maravillosos al estar centrado en realizar de la mejor forma y más divertida tus obligaciones cotidianas.
Sustituir la búsqueda de la perfección por la búsqueda de la diversión en cada una de las cosas que hacemos. Cuando hagamos esto, entonces miraremos a nuestro alrededor y lo veremos todo perfecto tal y como está.
2 comentarios
Como siempre,clara y sencilla en tus exposiciones,que además me resultan muy constructivas.Gracias María
ResponderEliminarGracias!!! También es muy reconfortante ver tus comentarios! Un abrazo Antonio!
EliminarGracias por compartir tu experiencia!!!