Hay un patrón que suele repetirse muy a menudo en las primeras citas, cuando deseamos locamente quedar con esa persona. Nos morimos de ganas porque llegue esa cita y se nos van los días, las semanas pensando hasta que al fin llega el momento y lo que suele suceder es que: el día que llega esa cita después de haber rumiado una y otra vez qué te vas a poner, qué le vas a decir, dónde vais a ir, de repente, a la otra persona le surge un inconveniente real que no le permite quedar. Y entonces la cita se tiene que posponer hasta nueva orden.
Muchas personas se enfadan por este hecho, pero especialmente la mayoría lo interpretan como un fracaso. Les sirve para "confirmar" que la otra persona no está interesada en ella (a pesar de existir un inconveniente real para no quedar). Pero no somos capaces de pensar en ese inconveniente. Al contrario creemos que nos ha engañado y que no tenemos ninguna posibilidad con esa persona.
Veo que se repite una y otra vez. Que suele ser una historia muy cotidiana. Al final, la mayor parte de las veces se resuelve de manera positiva, pues la otra persona te llama otro día y te propone quedar. Y entonces al fin tienes lo que querías y quedas.
Dando vueltas a este asunto, he llegado a una conclusión que puede parecer algo mística. Creo que es la manera que tiene la vida de enseñarnos que no se puede desear tanto a una persona hasta convertirlo en algo material. Al fin al cabo, las personas somos materia.
¿Cómo materializamos a los otros?
Pues los materializamos porque vemos al otro como un instrumento, como la manera de conseguir aquello que a nosotros nos falta "esta persona tiene que estar conmigo porque me hace feliz". En vez de: "quiero tener la gracia de poder estar con esta persona maravillosa y compartir con ella. Que ella me enseñe y que YO la enseñe". En definitiva, amar desde el amor y no desde el egoísmo.
Sueña con ser feliz tú y regalarle felicidad al mundo. Cuando hagas eso, todo vendrá.
0 comentarios
Gracias por compartir tu experiencia!!!