Lo quiero ya y si no lo tengo, ya no lo quiero

By Psicomata - 19 enero



Trucos para paciencia
Tienes que tener paciencia

Una de las habilidades más importantes que nos puede enseñar nuestra familia y la escuela es la habilidad para controlar los impulsos y aceptar la demora de la satisfacción de nuestras necesidades que a veces vienen en forma de exigencias (“tengo que conseguir ese trabajo ideal, tengo que tener inmediatamente pareja, quiero ya…”). Soy de la generación de los 80, que creo que es la generación pionera en sufrir las consecuencias de esta falta de habilidad. Para mí es muy difícil aceptar que las cosas son cuando tienen que ser y no cuando yo quiero que sean.

Una de las enseñanzas más útiles que me está enseñando la vida es a ser paciente. No lo dudes: me lo está enseñando por la fuerza, a fuerza de estrellarme. La impaciencia es una mina rica en decepciones y frustración. Cuando no alcanzamos una meta en el momento en que nosotros habíamos esperado que ocurriera o en el momento que estábamos seguros que iba a ocurrir, nos sentimos unos fracasados y lo que es peor: podemos abandonar la búsqueda de esos objetivos que tanto anhelábamos al pensar que ya es demasiado tarde para encontrarlos o que nunca los vamos a alcanzar. 

En el fantástico libro de Sergio Fernández "Vivir sin miedos" nos expone la diferenciación que los griegos hacían de la palabra tiempo: el "cronos" y el "kairos". El primero de ellos es el tiempo cronológico y el segundo hace referencia al momento oportuno en que suceden las cosas. El autor afirma que el conocimiento de estos dos conceptos le han "facilitado paz interior". A mí también. Cuando miras hacia atrás te das cuenta que las cosas siempre llegaron en el momento indicado. 

Las cosas pasan cuando tienen que pasar, ni antes ni después y por mucho que nos esforcemos, no vamos a adelantar los acontecimientos. Nuestro esfuerzo, nuestro empeño es algo necesario para conseguir nuestras metas, pero no es suficiente. Hay otros muchos condicionantes que influyen en el momento en que las cosas suceden. 

Por eso, si no perdemos la ilusión y confiamos en que los sueños suceden y trabajamos para alcanzarlos con honestidad y humildad, éstos se harán realidad en nuestra vida. 

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